Retrospectiva 2022: Verstappen y Red Bull dominan, pero encaran 2023 con desafíos
Max Verstappen y Red Bull tuvieron un 2022 soñado, con tempraneras consagraciones en el Mundial de Pilotos y de Constructores. Sin embargo, tuvo un final de temporada empañado que puede comprometer el 2023.
Entre varias y múltiples definiciones, una fotografía es un recorte de la realidad. Y cada imagen puede mostrar una circunstancia, o apenas brindar un registro de algo mucho más grande. En el inicio de la temporada 2022 de Fórmula 1, la foto del GP de Bahrein mostraba a Ferrari exultante, con un cálido abrazo entre Charles Leclerc y el jefe Mattia Binotto tras haber concretado el primer doblete en años, y como contraste, las caras de decepción eran propiedad de Red Bull, debido a un doble abandono de Max Verstappen y Sergio Pérez.
Sin embargo, este retrato alegre de los italianos fue apenas una circunstancia en la máxima categoría del automovilismo. La imagen de una Ferrari dominadora se iría desvaneciendo poco a poco, y apenas duraría dos carreras más. A partir de ahí, como un Ave Fénix en pleno resurgimiento, Red Bull sería el amplio dominador, al ganar 16 de las 19 carreras restantes del calendario.
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Desde un principio, equiparar en 2022 lo hecho el año anterior parecía un verdadero desafío para la estructura del Milton Keynes. Luego de concluido 2021, y frente a un revolucionario cambio reglamentario, la incógnita pasaba por la capacidad de Red Bull en darle un auto competitivo a Verstappen en muy poco tiempo y tras haber aunado múltiples esfuerzos para lograr el campeonato frente a Lewis Hamilton en el GP de Abu Dhabi. Y tras aquel inicio desastroso en Bahrein, el panorama empezó peor de lo imaginado. Para empeorar la situación, una nueva deserción en la tercera fecha de Australia llegó a generar incluso un enojo público por parte del holandés, quien consideró inaceptable tener errores de fiabilidad si el objetivo era pelear el campeonato.
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Esa necesidad de exigencia y perfección caló hondo en Red Bull, que poco a poco hizo más competitivo al RB18. Ferrari, por su parte, incluso con victorias aseguradas en España y Azerbaiyán, empezó a perder terreno al haber abandonado en esas carreras cuando lideraba con holgura. Como contrapartida, Red Bull no tenía el auto más rápido, pero sí era el equipo más eficiente. La escudería italiana era el equipo de los sábados -en el que casi siempre se llevaba la pole con Leclerc- mientras que los austríacos sumaban los puntos gordos al festejar los domingos. Finalmente, esa diferencia de puntos se hizo más ostensible sobre el cierre de la primera etapa del campeonato, en la que Leclerc también perdió una nueva chance de victoria al despistarse en el GP de Francia.
A partir de ahí, con el receso por el verano europeo, el panorama se volvió mucho más claro. Una victoria aplastante de Verstappen en el reinicio, durante el GP de Bélgica, era una muestra cabal del permanente desarrollo del RB18, en el que la introducción de un chasis más liviano para el auto del holandés parecía ser el secreto a voces del paddock, nunca confirmado por el equipo austríaco. Y si ya el final de la primera mitad de la temporada había sido floja para Ferrari, el inicio de la segunda parte estableció al equipo italiano como actor de reparto y aspirante solo a puestos de podio.
De esta manera, la duda planteada ya dejó de ser quién sería el campeón, sino cuándo sería el momento de la consagración. Y tras una definición algo confusa, por una sanción de último momento a Leclerc, Verstappen alcanzaría su bicampeonato en el GP de Japón. Luego, una carrera después en el GP de Estados Unidos, sería el turno de Red Bull, que conquistó el Mundial de Constructores por primera vez desde el 2013.
Un final deslucido
En paralelo a la llegada de la F1 al continente americano, en el tramo final de la temporada, la esperada evolución de Mercedes -muy meritoria además, después de un inicio muy poco competitivo del W13- dio paso a la primera victoria del equipo, en el GP de Sao Paulo y de la mano de George Russell. Hasta esa carrera, el fin de año parecía soñado para Red Bull. Sin embargo, una negativa de Verstappen a ayudar a Pérez en su búsqueda por lograr el subcampeonato, que terminó por llevarse Leclerc en el GP de Abu Dhabi, terminó por generar un mal clima interno en el equipo. Un conflicto completamente innecesario y típico cuando los resultados no llegan y las tensiones aumentan. Sin embargo, apareció en el momento menos indicado y con el equipo que literamente barrió a sus rivales.
Si bien Verstappen logró un puntaje muy holgado en 2022, con casi 150 puntos de ventaja sobre Leclerc, todo volverá a foja cero en 2023, y con la complicación para Red Bull de una reducción de 7% de tiempo en el túnel de viento debido a una sanción de la FIA por haber excedido el techo de gastos. Y en un año en el que Mercedes puede estar al acecho y Ferrari pueda corregir con experiencia los errores del pasado, el holandés necesitará más que nunca de su compañero de equipo. Que Pérez le extienda nuevamente su mano es un interrogante que se podría haber evitado, pero que Verstappen generó con sus decisiones. Al igual que una foto, el conflicto de Red Bull en el GP de Sao Paulo pudo haber sido solo una circunstancia. O tal vez, el recorte de una realidad incómoda que será más grande en 2023.