Dietrich Mateschitz: el creador del imperio Red Bull que alcanzó la gloria en la Fórmula 1

La Vida y la obra de Dietrich Mateschitz, el hombre que marcó un legado como fundador de Red Bull, y que instauró un revolucionario método de patrocinio deportivo que está más vigente que nunca en la Fórmula 1.

Este fin de semana el mundo del deporte quedó conmocionado al conocer la noticia del fallecimiento de Dietrich Mateschitz, fundador de la marca Red Bull. Sin embargo, ¿por qué el creador de una marca de bebidas energéticas causó tal impacto en un amplio ámbito como el de los deportes? La respuesta es clara, el austríaco fue uno de los pioneros de éxito que logró relacionar el patrocinio con el alto rendimiento, consiguiendo expandir su marca gracias a su implicación en diversas modalidades. Y en este entorno, se destaca y mucho su paso por el automovilismo, más concretamente en la Fórmula 1.

Dietrich nació en el estado austríaco de Estiria en mayo de 1944. Sus padres, ambos maestros de escuela primaria, se separaron cuando él era pequeño. Se licenció en Administración de Empresas en la Universidad de Viena, y más adelante forjó sus inicios en Unilever, Blendax y Jacobs Kaffee. Pero el empresario cambiaría el rumbo de su vida gracias a un viaje de trabajo en Tailandia durante 1982. Ahí, trabajando para la compañía de cosméticos de Blendax conoció a los tailandeses Chaleo Yoovidhya y Chalerm Yoovidhya, creadores de una bebida local llamada Krating Daeng, que en su traducción sería ‘Toro Rojo’.

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Mateschitz fundó el equipo Red Bull en la F1 2005 tras comprar la estructura de Jaguar (Foto: Reproducción)

A partir de ahí, se asoció a los tailandeses para fundar, en 1984, la bebida que tradicionalmente conocemos como Red Bull. Tras su lanzamiento en Austria durante 1987, la bebida de energéticos acabó expandiéndose por todo el mundo, cogiendo una reputación mundial de éxito. ¿El secreto del éxito? Aplicar la receta original de los tailandeses con una pequeña modificación en dióxido de carbono, dando nombre a la popular marca que acabaría implementándose como la bebida de referencia en este sector.

Desde entonces, Red Bull ha crecido exponencialmente y, a día de hoy, cuenta con 13.000 trabajadores distribuidos por 172 países, con cifras de ventas alrededor de los 10.000 millones de latas e ingresos de 8.000 millones de euros. Tras la muerte de Mateschitz a sus 78 años, Forbes sitúa su fortuna en casi 30.000 millones de euros, siendo el hombre más rico de Austria y el número 51 en la lista global de multimillonarios. Pero, ¿cómo de una bebida local tailandesa pudo lograr tal imperio en todo el mundo?

El secreto estuvo en el patrocinio deportivo, una revolucionaria iniciativa que le permitió una brutal expansión comercial. Y es que Mateschitz se influenció en marcas como Coca-Cola y otras marcas de refrescos, que tenían sus logos en muchos de los mayores eventos deportivos como los Juegos Olímpicos o los Mundiales de Fútbol. Por ello, conocido como un especialista del marketing, el austriaco se fijó en la Fórmula 1 para fijar sus raíces como patrocinador. En 1995 empezó una estratégica alianza publicitaria con Sauber, bautizando el equipo como Red Bull Sauber Petronas. Este primer paso fue el inicio del ambicioso plan dentro de la F1, una alianza que duró hasta 2003.

Dietrich Mateschitz y Max Verstappen en Austria (Foto: Peter Fox/Getty Images/Red Bull Content Pool)

En esa temporada, Mateschitz exigió un asiento para el primer piloto de la Academia de Jóvenes Pilotos que había creado junto a su amigo y compatriota, Helmut Marko. El primer elegido para llegar a la categoría reina era el brasileño Enrique Bernoldi, quien fue rechazado por Peter Sauber. A raíz de eso, los caminos se separaron y el siguiente paso sería aún más ambicioso para Dietrich. El empresario austríaco decidió comprar en 2004 la deteriorada estructura del equipo Jaguar Racing, perteneciente a la Ford Motor Company, convirtiéndolo en el primer equipo de F1 de Red Bull. ¿Y cuánto costó esa fundamental operación? Pues por el simbólico precio de 1 euro.

A partir de ahí, el resto es historia. Los resultados costaron en llegar, en un proyecto muy novedoso en el que Dietrich depositó la confianza en el joven Christian Horner, que se convertiría desde entonces en la principal cara del equipo de Red Bull en F1 hasta hoy. Con él, llegaría también el prestigioso ingeniero Adrian Newey, y juntos alcanzarían la gloria por primera vez en 2010, cosechando el primer título de la mano de Sebastian Vettel. El magnate austríaco no se conformó con una sola escudería, y en 2005 también compró Minardi para bautizar la formación italiana de Faenza como Toro Rosso, creando un equipo B en el que podría hacer debutar sus jóvenes promesas de la Academia Red Bull.

Mateschitz y Daniel Ricciardo (Foto: Getty Images/Red Bull Content Pool)

Son muchos los nombres que han pasado por la órbita Red Bull, que han tenido la oportunidad de ascender dentro del automovilismo gracias al patrocinio de la bebida energética. Nombres como Carlos Sainz, Sébastien Buemi, Sébastien Bourdais, Daniel Ricciardo, Jaime Alguersuari, Daniil Kvyat y muchos otros que, incluso, ni llegaron a la parrilla de Fórmula 1, pero pudieron forjar una carrera gracias a la inyección de dinero de la marca. En lo alto de esta lista, dos nombres claves en el éxito de los austriacos: Sebastian Vettel y Max Verstappen. Dos apuestas arriesgadas cuando eran jóvenes talentos, pero que acabaron dando sus frutos regalando hasta seis títulos de pilotos a la formación de Milton Keynes, con cuatro de Vettel (2010, 2011, 2012 y 2013) y dos recientes de Verstappen (2021 y 2022).

Pero el imperio de Mateschitz no se centró solo en la Fórmula 1. Podríamos llegar a decir que su aparición en el Gran Circo fue el primer paso en el deporte, pero se consolidó como un patrocinio deportivo de éxito a escala mundial. Red Bull pasó a patrocinar equipos, atletas e, incluso, competiciones enteras. En el motor, alianzas en MotoGP con marcas como KTM y otros de los grandes pilotos como Marc Márquez, también en el Dakar con varias de las marcas ganadoras, y en diversas modalidades tanto de motociclismo como de automovilismo a escala mundial e, incluso, a nivel más nacional. Son muchas los recuerdos que podemos vincular a la marca de energéticos junto a equipos y pilotos dentro los deportes de motor, una exitosa receta de marketing para hacer crecer más y más su marca de bebidas.

Y no solo se limitó en el ámbito del motor. Mateschitz entró también en deportes populares como el fútbol, comprando equipos enteros como el Salzburgo de la liga austríaca, el Leipzig de la liga alemana, el Bragantino de la liga brasileña o el New York de la liga estadounidense.

Red Bull ganó su quinto título de Constructores en F1 un día después de la pérdida de Mateschitz (Foto: Red Bull Content Pool)

Además, su vinculación en los deportes extremos y de riesgo fue un matrimonio de éxito, patrocinando una gran cantidad de atletas profesionales y de competiciones por alrededor del mundo entero, fijando la marca en deportes que no tenían una gran audiencia o repercusión, pero acabaron siendo explotados y expandidos gracias a estos patrocinios. Incluso ya en los últimos años empezó asomar la cabeza en ámbitos fuera del deporte, como en el mundo de los eSports o las batallas de rap, entre muchos otros ejemplos. El auge del patrocinio se llevó incluso hasta la estratosfera, con el famoso salto de Felix Baumgartner que dio la vuelta al mundo en 2012, llevando a Red Bull a patrocinar el mayor salto del hombre en toda la historia.

Así pues, el legado de Dietrich Mateschitz durante las últimas tres décadas ha marcado un antes y un después en el mundo del deporte. De fundar una marca de energéticos basados en una receta que le gustó en Tailandia a alcanzar cifras multimillonarias y patrocinar miles de eventos, deportistas y competiciones por todo el mundo. El austriaco llevó el patrocinio deportivo a un escalón superior, y parte de ese éxito se basó gracias a su gran empeño dentro de la Fórmula 1, donde pasará a la historia por fundar uno de los equipos más exitosos de todos los tiempos.