Colapinto llega a Fórmula 1 en medio de luchas internas en el automovilismo argentino
Franco Colapinto ha provocado un hecho histórico al llegar a la Fórmula 1 y convertirse en el primer piloto argentino en correr en 23 años, aunque sean nueve carreras, pero la actividad nacional atraviesa una crisis muy profunda.
El arribo de Franco Colapinto a la Fórmula 1, de la mano de Williams y con su inminente debut en el próximo GP de Italia, llega en un momomento de crisis para el automovilismo argentino. La división de los dos entes fiscalizadores, el Automovil Club Argentino (ACA) y la Asociación Corredores de Turismo Carretera (ACTC), se ha profundizado por la decisión del Turismo Nacional argentino y del Turismo Pista de abandonar la fiscalización del ente rector argentino reconocido por la Federación Internacional del Automóvil (FIA) a la ACTC. En el caso de la segunda, incluso, con un cambio de pantalla televisiva.
Pero la crisis no es nueva, y también existía cuando corría el antecesor inmediato de Colapinto. En la época en que Gastón Mazzacane fue despedido de Prost GP tras el GP de San Marino de 2001 en Ímola, los pilotos que corrían en el Turismo Carretera no podían hacerlo en categorías del ACA y viceversa. Aquella guerra, como otras veces desde que el TC argentino se auto fiscaliza, desde 1979, se solucionó con un pacto de caballeros.
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Sin embargo, la situación económica en el país es peor que la de 2001, a pesar de la espantada de equipos de fábrica en el TC2000 a comienzos del 2002. Ahora, la categoría tiene otros dueños y ya ni siquiera cuenta con apoyo de las automotrices. Hasta las escuderías se quieren ir a la ACTC y que personas como Javier Ciabbatari se hayan acercado a la entidad de la calle Bogotá para generar un cambio en el negocio, teniendo en cuenta que la propia Asociación estaba enfrentada con él tras la muerte de Guido Falaschi en 2011, muestra una señal de debilidad absoluta de las partes.
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Aun con la fortaleza que ha ido ganando la ACTC con el paso de los años, al calor de la pantalla y los beneficios oficiales en determinados momentos, en general la actividad del automovilismo argentino ha ido cayendo en seguimiento y en interés de manera paulatina. Y la ilusión de tener pilotos argentinos representando al país en las categorías más importantes del exterior comenzó a crecer poco a poco.
Cuando Mazzacane dejó la Fórmula 1, el automovilismo argentino gozaba de buena salud y se permitió aguantar las sucesivas crisis económicas con escaso impacto en la cantidad de autos. El tiempo empezó a dictar que las malas gestiones en varias categorías, las pujas internas por el poder y la división de los entes rectores, provocó una lenta debacle de algo que parecía inexpugnable: quebrar la primacía de la actividad local por sobre la internacional.
Se podría decir que la llegada de las redes sociales y de internet aumentaron el interés, lo propio con la cobertura de medios de comunicación y proyectos independientes, pero, al mismo tiempo, el automovilismo de la Argentina se cerraba cada vez más sobre sí mismo sin generar el interés de otras épocas, como hasta hace una década, ante el retiro de ídolos como Juan María Traverso, Guillermo Ortelli, Marcos Di Palma u Omar Martínez, y las nuevas camadas de corredores no han podido continuar con el legado de estos competidores.
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Y Franco Colapinto se hizo su carrera de a poco, sin luces al comienzo, pero la repercusión que ha ido ganado el joven de 21 años quedó por encima de la actividad nacional y todos sus problemas. Los hashtags y la movilización de muchas personas nuevas que se sumaron a seguir al piloto de la academia de Williams, comenzaron a mostrar que era posible llegar a la Fórmula 2 y, después, a la Fórmula 1.
Mientras que las categorías nacionales intentan sobrevivir en un escenario cada vez más adverso, Argentina ha vuelto a tener un piloto en la Fórmula 1 con Colapinto, quien tuvo apoyo de empresarios extranjeros y de sus managers, la compañía Bullet Sport Management, hasta que varios hombres de negocios de importantes empresas se sumaron como sponsors, con Bizarrap, el exitoso productor musical, que le abrió muchísimos contactos para poder alcanzar el presupuesto necesario para correr en la Fórmula 2.
El futuro para Colapinto serán las nueve carreras en la F1 2024 y un 2025 de más pruebas como piloto reserva. Al mismo tiempo, la actividad local quiere rehacerse contra viento y marea, pero debido a demasiadas peleas internas por el poder y el cada vez más escaso negocio local, lo hacen desde un plano demasiado secundario ante los continuados logros de los pilotos argentinos en las categorías del mundo.