Max Mosley, expresidente de la FIA entre 1993 y 2009, muere en Inglaterra a los 81

Presidente de la FIA entre 1993 y 2009, Max Mosley murió este lunes, informan varios medios de prensa en Inglaterra, como The Guardian, The Sun y Daily Mail. El ex dirigente tenía 81 años y, según los primeros informes, murió en su casa del barrio londinense de Chelsea.

El primero en anunciar la muerte de Mosley fue Bernie Ecclestone, ex jefe de la Fórmula 1 durante más de 40 años y amigo del ex presidente de la FIA. A la BBC, Bernie manifestó: «Es como perder un hermano. Hizo muchas cosas buenas no sólo para el automovilismo, sino también para la industria. Era muy bueno para asegurarse de que se construyeran coches seguros».

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Max Mosley nació en 1940, en el Reino Unido, y era hijo de Oswald Mosley, líder de la Unión Británica de Fascistas. A pesar de llevar un apellido de peso negativo, Max logró una exitosa carrera en el deporte del motor. El entonces piloto amateur fue uno de los fundadores de March, la escudería que competiría en la Fórmula 1 en los años 70. Esto le acercó a los bastidores de la competición, donde, junto a Bernie Ecclestone, se convirtió en una figura central en las negociaciones con la Federación Internacional del Automóvil (FIA).

Este fue el trampolín para el siguiente paso en la carrera de Mosley. El británico fue elegido presidente de la FIA en 1993, sucediendo al emblemático Jean-Marie Balestre. Su trayectoria en la cúspide del automovilismo fue larga, pero no necesariamente tranquila. Max actuó entre bastidores junto a Ecclestone para mantener la Fórmula 1 unida y fuerte en tiempos de la amenaza del CART en Estados Unidos.

En cambio, los últimos años de su mandato estuvieron marcados por los escándalos en su vida personal: en 2008, la prensa británica descubrió una orgía entre Mosley y prostitutas, con los implicados vestidos al estilo nazi. A finales de 2009, Mosley dimitió y allanó el camino a la actual dirección de Jean Todt.

También al final de su mandato, antes de pasar el cetro a Jean Todt, Mosley encendió una controversia tan grande que casi causó una división en la Fórmula 1. Todo ello debido a su deseo de imponer un límite de gasto, que tras muchas discusiones no entró en vigor hasta el Campeonato del Mundo de esta temporada.

En ese momento, los equipos anunciaron una retirada general de la F1 y la creación de un campeonato paralelo. La rebelión fue causada por la imposición por parte de Mosley de un techo presupuestario para la temporada 2010. Los equipos estaban en contra, e incluso comunicaron una medida extrema. Con la intromisión de Bernie Ecclestone, la norma se abandonó, los equipos se echaron atrás y Mosley ni siquiera se presentó a la reelección a finales de año.

Esta fue una batalla crucial perdida por el británico, la gota que colmó el vaso para que dejara el mando de la FIA tras 16 años en el poder. Su moral ya no era la mejor desde el escándalo sexual en el que se vio envuelto en marzo de 2008. Los frecuentes enfrentamientos con los responsables de los equipos habían provocado un desgaste creciente a lo largo de los años. Tampoco era Mosley un gran fan de los fabricantes de automóviles, que dominaron la F1 en la última década con sus equipos. Siempre que podía, daba el mensaje: cuando las cosas se ponían difíciles, abandonaban el barco.

No podía ser de otra manera, y Honda anunció su salida de la F1 inmediatamente después de que estallara la crisis financiera mundial en 2008. Al año siguiente, Toyota y BMW siguieron su ejemplo. Y 2010 fue el último año de Renault con su equipo de fábrica.

Mosley siempre estuvo en desacuerdo con los equipos, pero en sus 16 años como presidente de la FIA, la única vez que el negocio se le fue de las manos fue en 2009, la crisis que le costó la cabeza. Fue un periodo de buena estabilidad, sobre todo si se compara con los modos y maneras de su predecesor, Jean-Marie Balestre. Los avances en materia de seguridad también fueron inmensos tras la trágica salida de 1994 con la muerte de Roland Ratzenberger y Ayrton Senna.

La llegada de Todt, sin embargo, supuso un nuevo impulso para el automovilismo y también la potenciación de competiciones que habían sido relegadas a un segundo plano por la entidad. Renació el Campeonato Mundial de Resistencia, creció el Campeonato Mundial de Rallies y competiciones como la Fórmula 2 y la Fórmula 3 vieron incrementada su respectiva importancia. Por no hablar del nacimiento de la Fórmula E, la categoría de coches eléctricos, que contó con todo el apoyo del dirigente francés, que termina su mandato al frente de la FIA en 2021.