Viejo Taller: Ricardo Rodríguez, el héroe mexicano que murió demasiado temprano

En plena vigencia como casa de la Fórmula 1 en México, el circuito Hermanos Rodríguez cuenta en sus más de 60 años de existencia con momentos de gloria, de tragedia y de sueños inconclusos. Y estampado en su nombre, guarda uno de los trances más difíciles que debió atravesar el automovilismo mexicano: la muerte de una de sus máximas promesas, Ricardo Rodríguez, en el primer entrenamiento del GP de México de 1962. 

Asociado por siempre a su hermano Pedro -también fallecido durante una competencia en 1971, cuando disputaba una carrera de resistencia en Alemania-, Ricardo nació el 14 de febrero de 1942, y ya a muy corta edad comenzó a participar en pruebas de motociclismo y automovilismo regionales. Aún siendo menor llegó a debutar en las 24 Horas de Le Mans, y pronto captó la atención de Ferrari para conducir uno de sus autos semioficiales. Así, el segundo puesto en la edición de 1960, con apenas 18 años, lo catapultó a la Fórmula 1, donde debutó en 1961 con la escudería de Maranello. 

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Su primera carrera fue en Monza, recordada por el accidente fatal de su efímero compañero, Wolfgang Von Trips. Allí, estuvo en los puestos de punta hasta que debió abandonar por un problema en el sistema de combustible en su Ferrari 156. Aún así, con 19 años y 208 días se convirtió en el piloto más joven en debutar en Fórmula 1, un récord que se mantuvo vigente por 19 años, hasta que fue quebrado por el australiano Mike Tackwell en la temporada 1980. 

Ya para 1962, tuvo una participación más asidua con el equipo italiano. Corrió en Holanda, Bélgica, Alemania e Italia, en donde su mejor actuación fue un cuarto puesto en Spa-Francorchamps. A su vez, ya entre las competencias no puntuables también había alcanzado su primer podio, con un segundo lugar en el Gran Premio de Pau, Francia. 

Ya con la temporada casi terminada, México también acordó realizar una competencia no puntuable, para presentar el flamante autódromo que por entonces se llamaba Magdalena Mixhuca, en homenaje a uno de los pueblos originarios de la Ciudad de México. Ante la negativa de Ferrari de acudir a la cita, Ricardo Rodríguez llegó a un acuerdo para disputar la competencia con un Lotus Climax, propiedad de Rob Walker. Por más que no formara parte del calendario oficial de la categoría, el mexicano quería a toda costa cumplir su sueño: ganar con un auto de Fórmula 1 en su país.

La carrera final  

El GP de México de 1962 comenzó su actividad un día jueves, con la primera tanda de entrenamientos. Allí, Rodríguez comenzó a girar y a disputar el liderazgo en la tabla de tiempos con John Surtees, quien hasta ese momento era campeón del mundo de motociclismo y a la postre también lo sería de la Fórmula 1.

Ya cerca del atarceder, y cuando el fin de la actividad estaba casi completo, Rodríguez estaba cerrando una nueva vuelta cuando se dirigía a la legendaria curva Peraltada, desaparecida en la última reforma del autódromo en 2015. Allí, el piloto perdió el control de su Lotus, impactó contra las barreras de contención y salió despedido del monoplaza, lo que le produjo múltiples heridas. Poco después, mientras era derivado a un hospital cercano, se decretó su muerte ese 1 de noviembre de 1962. Tenía apenas 20 años.

En medio de un luto nacional, Ricardo Rodríguez fue enterrado el día siguiente, en el tradicional Día de los Muertos de México. Una bajada de bandera que llegó demasiado temprano, cuando su carrera y su sueño de ser campeón de Fórmula 1 apenas comenzaba.