Palou establece nuevo dominio en la IndyCar con su tercer título en cuatro años
Álex Palou llegó a Estados Unidos desde Japón para la temporada 2020 y un año le bastó para llegar al equipo de Chip Ganassi y marcar una nueva era en la IndyCar con tres campeonatos en cuatro años, aunque tiene un gran debe y es el de ganar en los óvalos.
La trayectoria de Álex Palou ha sido cambiante hasta llegar a su tercer título en la IndyCar. Desde un paso fallido por la F3 Europea en 2018, un paso anterior por Japón en la F3 japonesa, hasta tener un despegue definitivo. No le faltaron decepciones en el medio, como un año en la GP3 Series y un camino a la Fórmula 1 que se fue truncando con el paso de los años.
A pesar de la falta de apoyo que casi siempre tuvo, mayormente de uno de sus mentores, Adrián Campos, el arribo a Japón supuso para Palou una chance inmejorable de demostrar su talento y pudo luchar hasdta el final el título de Super Fórmula que ganó Nick Cassidy. Si bien tenía una importante oferta de Honda para correr en GT500 desde 2020, tras su paso con el McLaren 720S del Team Goh junto a Seiji Ara el año anterior, su manager, Roger Yasukawa, lo llevó a Estados Unidos para desembarcar en la IndyCar.
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Una espectacular aparición en el Fast 9 de la Indy 500 y un podio con el auto de Dale Coyne, apoyado por la estructura japonesa, y llamó la atención de Ganassi, porque no tenía contrato para 2021, ante la salida inesperada de Felix Rosenqvist. El 2021 no pudo ser mejor para Palou: primer título, fue protagonista en Indianápolis hasta que lo batió Helio Castroneves en las últimas vueltas, y una tremenda victoria en Portland cuando parecía todo perdido por un choque en la carrera de Gateway.
Un año más tarde, la ilusión de la Fórmula 1 renació de manera inesperada, puesto que ya McLaren golpeó las puertas del español con la posibilidad de ser piloto de pruebas. Fue tal el escándalo porque Ganassi no se quedó de brazos cruzados e hizo valer la cláusula en el contrato de Álex para permanecer un año más con el equipo, que McLaren llevó a Palou a los tribunales buscando una compensación económica por la ruptura del vínculo, que no llegó a materializarse más allá de una FP1 en el GP de los Estados Unidos de hace dos años.
Con Will Power como campeón de 2022, Palou se enfocó de nuevo en la IndyCar y vaya que le retribuyó a Chip Ganassi el nuevo contrato con las aspiraciones que el nacido en San Antonio Vilamajor, en Barcelona: dos títulos y dominador absoluto de la categoría, a pesar de los dos triunfos de Penske en Indy 500 con Josef Newgarden y Andretti que ha terciado con Colton Herta en 2024.
Sin embargo, hay un punto que Palou no ha podido conquistar aun en sus cuatro temporadas completas en Indy: los óvalos. Aquel segundo puesto en la Indy 500 de 2021 sigue siendo el mejor resultado en estos circuitos y, si bien se ha visto una mejoría del catalán este año, lo cierto es que no ha ganado, algo que sí logró Scott McLaughlin en Iowa y en Milwaukee. Hasta se podría decir que fue batido por Pato O’Ward en circuitos como Mid-Ohio.
Entonces, ¿Dónde estuvo la diferencia de Palou en 2024, a falta de contundencia? En una espectacular regularidad: dos triunfos, pero 13 top cinco en 17 carreras, que se traduce en apenas 4 carreras del campeonato fuera del top diez. Ni siquiera necesitó ser agresivo, como en 2021 y 2023, ante adversidades como los cambios en el motor de Honda, que han fallado más que en otras temporadas.
Palou no necesita de contundencia para llevarse la Astor Cup, le alcanza con la regularidad, la consistencia y algo de suerte, como en Gateway, donde esquivó el polémico accidente del reinicio y aprovechó para ganar posiciones. El español llegó para quedarse y empieza a marcar estadísticas históricas con 12 victorias y tres campeonatos en cuatro años con CGR, eclipsando por momentos al gran Scott Dixon. A sus 26 años, está a tres títulos de su gran compañero de equipo y tiene mucho tiempo para seguir acrecentando sus números en una categoría tan pareja y difícil como la IndyCar.
Dice mucho de un piloto que sus estadísticas sean todas positivas, con pocos errores, en una categoría que no los perdona, y menos en óvalos, que casi siempre haya estado en la zona de los puntos importantes, que son los que cuentan a la hora de ganar títulos. Las victorias en el Indy GP y Laguna Seca son la muestra de su talento a la hora de clasificar y de correr: veloz, eficaz, y consistente, lo que se necesita para ser campeón.
Alguna cuota de suerte, que nunca viene mal, como los problemas de Power con el trompo en Milwaukee y la falla en Nashville con el cinturón de seguridad, también es necesaria, pero la diferencia la edificó en su propio terreno: rescatar cada punto de todas las situaciones posibles y ganar cuando está la chance.
La gran cuenta pendiente que Álex tendrá por saldar, la de los óvalos, es una misión que asoma compleja con la falta de ritmo de Ganassi y de Honda en la mayoría de los óvalos, con excepción de Indianápolis. Las 500 Millas siguen siendo uno de sus objetivos a futuro y, con ello, llenar ese casillero que, como dijera McLaughlin, tricampeón de Supercars, ganador de la Bathurst 1000, le permitirá consagrarse como “verdadero” piloto de la IndyCar, que combina, además, circuitos permanentes y callejeros de todo tipo.
Quizá no brille o no sea tan espectacular en el manejo como otros pilotos, pero Álex Palou se ha ganado un nombre en la IndyCar y en la historia del automovilismo español como uno de los pilotos más importantes de su país en un período de tiempo extremadamente corto.